¿PORQUÉ ESTAMOS TAN REVENTADOS? Capítulo 1
Dr Hugo A. Fiallos
En estos días he notado mucho que cada vez que converso con amigos o conocidos, la respuesta a la pregunta ¿Como estás? Es con mayor frecuencia: Cansado. Reventado. Agotado. O “Y a vos que putas te importa”
Y no se si usted lo ha notado o si usted se ha notado, pero ahora una gran cantidad de personas, entre las que me incluyo, andamos apáticos, nos cuesta concentrarnos, y no tenemos motivación, tenemos sueño durante el día, por la noche nos cuesta dormir, y cuando dormimos tenemos sueños muy raros o pesadillas.
También nos encontramos en una montaña rusa emocional. A veces estamos muy distantes, a veces tenemos un ataque de pánico, nos enfadamos sin motivo, nos da un ataque de risa, o tenemos ganas de llorar, somos un pijeo emocional o conocemos a alguien que esta igual o peor de topadito que nosotros. La gente anda encachimbada por cualquier cosa, andan de toque, malencarados, cada vez se sonríe menos, y es una amargura perra a pesar de ir empezando el día.
Si, es cierto, están mal cogidos, pero eso solo es uno de los pilares causales de ese malhumor generalizado.
No es que nos estemos volviendo locos, eso ya lo estábamos desde antes. En realidad, todos esos síntomas, son síntomas de estrés.
Si, así como me lee, estrés, el bendito maldito estrés. Aja, pero y entonces ¿qué? ¿Nos agarramos a tiros o qué?
Para empezar a entender porque está tan reventado, déjeme contarle que la OMS (esa que se volvió tan famosa durante el COVID, y que todo médico que se respete sigue sus lineamientos, aunque en público la nieguen y digan que solo es una amiga) define estrés como un estado de preocupación o tensión MENTAL generado por una situación difícil. Todas las personas tenemos estrés, TODAS porque el estrés es simplemente una respuesta natural a las amenazas y a las cosas que nosotros creemos que son amenazas. Es la forma en que reaccionamos a ese estrés lo que marca el modo en que nos afecta.
Hay dos tipos de estrés. El estrés bueno, que es el que le hace frenar antes de estrellarse, o salir corriendo si lo persigue un chucho, o le dicen no me ha bajado. Es una reacción de corta duración.
Pero cuando esa situación no se resuelve, tenemos estrés crónico. Es lo que ocurre cuando sentimos incertidumbre. Cuando no sabe si va a tener chamba el mes que viene o lo van a despedir por no estar en el censo, si va a poder pagar las cuentas o si se va a tener que esconder otra vez.
El estrés crónico mantiene elevados los niveles de cortisol, una hormona que nos da energía para poder vivir. Esto hace que haya más energía disponible para protegernos, pero menos energía para pensar. Porque el asunto es que la energía no es infinita, todos los días tenemos una cantidad de energía para gastar, como gasolina en perol, se gasta todos los días. Y dormimos precisamente para recuperar energía (¿ya va dando va?). y esa energía se tiene que repartir entre todas las cosas que el cuerpo tiene que hacer para que usted pueda andar pensando, diciendo y haciendo pendejadas y no estar en una cama de hospital.
Se ha comprobado que el estrés hace aumentar el consumo de energía en el cerebro, pero no es un gasto parejo. Como la parte lógica, la que usamos para resolver problemas complejos y planificar el futuro, no es tan necesaria en momentos de peligro, entonces se desactiva. Por eso nos cuesta tanto concentrarnos y hacer planes.
Por otro lado, la parte del cerebro más instintiva, la que reacciona rápidamente, está hiperactiva. Por eso tenemos eso estallidos de ira, o llanto fácil, o gritos de perra loca histérica. Porque andamos de toque.
Además de esa belleza el estrés crónico hace que la energía se reserve para el sistema inmunitario, nuestras defensas, por si lo llegamos a ocupar. Esto nos produce un sentimiento que no es, pero parece depresión: No tenemos ganas de hacer nada, ni de ver a nadie. Es la fase de nostén jodiendo
Entonces que pasa, que como el estrés nos mantiene en estado de alerta constante, porque mentalmente creemos que “estamos en peligro” pues hay que mantenerse en un estado de alerta constante, aunque estemos cansados, por si tenemos que luchar o salir corriendo. Por eso nos cuesta tanto conciliar el sueño. Dormir es un lujo que solo se dan los débiles y los que mueren primero en un ataque zombi.
Y que pasa cuando el cuerpo esta tan reventado que dice chingue su madre me gua dormir. Empezamos a soñar pendejadas. Los sueños son la forma en la que el cerebro procesa las emociones. Cuando nuestra vida está emocionalmente alterada, soñamos más, tenemos más pesadillas.
Y, como si todo eso no fuera suficiente, el estrés produce ansiedad en muchas personas, y la ansiedad le hace comer más, y al comer más engorda.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero es darnos una tregua. Aceptar que estamos jodidos y que así no vamos a poder rendir al 100% de nuestra capacidad. Que necesitamos descansar. No es malo decir no puedo. No es malo aceptar que no se está bien. Es humano.
Encuentre algo que hacer que sea su refugio contra el estrés.
Para mucha gente esto significa ver maratones de series. Ta bien, eso no es malo, se acepta. Pero hay otras cosas también. muévase, haga ejercicio. Dedique tiempo a algo que calme su mente, que puede ser diferente para cada persona. Dibuje, cocine, medite, lea, (por cierto ¿ya conoce mi página de libros LA Esquina de Prometeo?) o simplemente, no haga nada nada. Ya le he contado como esta ese asunto de no hacer nada. Búsquelo y vuélvalo a leer.
No es que nos estemos volviendo locos. O bueno, sí. Esta sociedad nos está enloqueciendo. Pero Intentemos tratarnos mejor a nosotros mismos y a los demás. Solo así vamos a lograr descansar antes que el estrés nos haga descansar en paz.
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