Mala Praxis Médica y el Sistema de Injusticia en Honduras
INTRODUCCIÓN
Hola mis queridos sobrevivientes del sistema de salud… o como los llama el Ministerio de Salud: ‘estadísticas’. Bienvenidos a otro episodio de Educando a la Pobrería, donde te voy a explicar por qué te operan del apéndice… y salís sin apéndice, sin riñón, sin dignidad y sin justicia.
Hoy hablaremos de la mala praxis médica en Honduras. Sí, esa cosa que todos sabemos que existe, pero que nadie se atreve a enfrentar… porque aquí, exigir justicia es como tratar de hacerle un trasplante de corazón a una cucaracha: sin sentido, caro y, lo más probable, inutil.
Pero además vamos a hablar del noble, justo y transparente (ajá, si, claro) sistema de justicia en Honduras. Ese sistema donde si no tenés billete, te curan con agua de ruda y si querés demandar, el sistema de justicia en Honduras es más inútil que una curita en una hemorragia por machetazo.
Así que agarrá asiento, agarrá aire… o agarrá tu testamento, porque esto va para largo porque vamos a desmenuzar este cadáver de sistema, como en una autopsia hecha sin bisturí.
¿QUÉ RAYOS ES LA MALA PRAXIS?
Mala praxis médica, en el idioma de la pobrería, es cuando un profesional de la salud mete la pata, que la caga pues. Pero no estamos hablando de que se le cayó el estetoscopio, no.
Hablamos de errores, de cosas graves: daños, sufrimiento innecesario, complicaciones, secuelas o muerte… que pudieron haberse evitado. Pero no se evitaron. Porque alguien no hizo su trabajo como debía.
¿Y sabés qué es lo peor? Que muchas veces ese “alguien” ni siquiera se da cuenta. Porque en Honduras, cometer errores médicos es casi un deporte nacional.
Un errorcito aquí, un descuido allá, y boom: ya le arruinaste la vida a alguien. Pero eso sí, ¡nadie se hace responsable!
Pero hablemos con datos, que esto también es un podcast con base científica aunque tenga alma de barrio:
Según la Organización Mundial de la Salud, los errores médicos matan más personas cada año que los accidentes de tránsito o el VIH.
En países como el nuestro, uno de cada 10 pacientes sufre algún evento adverso mientras recibe atención médica.
¿Y sabés qué es lo más triste? Que el 80% de esos eventos se pueden prevenir. O sea, no estamos hablando de un rayo cayendo del cielo, estamos hablando de gente que no lavó bien el equipo, no verificó el diagnóstico o simplemente decidió jugar al doctor como si fuera Monopoly.
Pero claro, en Honduras no hay una base de datos pública de cuántos casos reales hay. Porque si no se ve, no existe, ¿verdad?
Y mientras tanto, vos entras al hospital con fiebre… y salís con trauma postraumático, sin saber si fue más peligrosa la enfermedad o el tratamiento.
¿CUÁNDO ES MALA PRAXIS Y CUÁNDO ES UN SIMPLE ERROR?
Ah por que Sí, mi querida pobrería, hay una diferencia entre un descuido humano y una metida de pata digna de juicio.
Aquí es donde la cosa se pone resbalosa. Porque no todo error es mala praxis… pero tampoco todo lo que parece “ay, pobrecito el médico” es un error honesto.
Y claro, también hay errores genuinos. El ser humano se equivoca. Pero aquí no estamos hablando de humanos normales, estamos hablando de gente que juró salvar vidas y a veces parece que las sortea con los ojos vendados.
El problema es que no hay cómo distinguir una metida de pata normal de una negligencia criminal, porque nadie investiga nada. El sistema de salud tapa todo y el sistema de justicia dice: “No soy médico, no puedo opinar”.
¿Qué califica como mala praxis?:
-Error por ignorancia: el médico simplemente no sabe lo que hace (pero bien que cobra el cabrón).
-Negligencia: se hace el maje y no hizo lo que debía hacer. Diagnosticar y tratar via teléfono entra en esta categoría.
-Impericia: no tiene la habilidad técnica ni para poner una curita.
-Imprudencia: hace algo sin evaluar el riesgo. Por ejemplo, como cuando te aplican un medicamento sin preguntar si sos alérgico. O usar TikTok en medio de una cirugía. Diagnosticar y tratar via teléfono también entra en esta categoría.
-Inobservancia de normas: porque aquí, los protocolos son como las señales de tránsito en Tegucigalpa… pura decoración.
¿Pero, es culpa del médico o del sistema que lo obliga a atender 150 pacientes en 4 horas, sin insumos, sin café y con una licenciada en administración exigiéndole metas?
Ahhh, aquí entra lo interesante.
EL MÉDICO: ¿ES UN VICTIMARIO O UNA VÍCTIMA?
Esto incomoda, pero hay que decirlo: el médico hondureño también es una víctima más del sistema.
Y es importante dejarlo claro: no todos los errores médicos se deben a incompetencia o maldad.
A veces se deben a que el sistema está podrido desde el sótano hasta la azotea.
Los médicos en el sistema público son víctimas del abandono estatal.
Trabajan en condiciones infrahumanas:
No hay guantes. Entonces qué?… ¿Usan las bolsas plásticas del mercado?
No hay medicamentos. ¿Recetan agüita con fe?
No hay equipo. ¿Revisan con linterna de celular?
Médicos que trabajan 36 horas seguidas, sin medicamentos, sin guantes, sin insumos, sin descanso y con 80 pacientes hacinados esperando consulta.
¿Te imaginás hacer cirugías con material “desechable” reciclados y a la luz de un celular porque se va la luz? Bueno, eso pasa.
¿Te imaginás trabajar en una emergencia donde no hay oxígeno y tenés que decidir a quién se lo das primero? Donde no tenes camillas, donde no podes trasladar pacientes porque no hay ascensores o no hay camas suficientes?
Sí, eso también pasa.
Y todo esto ocurre en hospitales donde el techo se cae, los baños dan más miedo que la enfermedad, y donde el director del hospital tiene más miedo al presupuesto que al COVID.
El profesional sanitario vive en un estado de guerra constante, y no me refiero al dengue. Me refiero a pelear contra el sistema, contra la negligencia institucional, contra la falta de recursos y encima contra una población que ya no confía en nadie, harta, enferma, sin dinero ni esperanza, y les lanza la furia completa Porque claro, si alguien va a pagar el pato, será el que está al frente.
Y después preguntan: ¿Por qué el médico me trató mal?
Tal vez porque lleva tres días sin dormir, no ha cobrado en tres meses y el paciente de la consulta previa le acaba de mentar la madre.
Pero eso no justifica errores graves.
No, señor. No es un pase libre para arruinarle la vida a nadie.
Es simplemente entender que el problema no es solo individual, es estructural, institucional y hasta cultural.
Hay que decir las cosas como son.
Pero no nos hagamos los tontos: también hay médicos que son una verdadera amenaza pública. Esa gente que se graduó por influencias, que consiguió un trabajo por padrinos, por afiliación política, que no ha abierto un libro desde 1976, y que cree que los síntomas se resuelven con paracetamol, reposo y la oración divina y milagrosa de San Judas Tadeo.
EL SISTEMA DE INJUSTICIA
Ahora hablemos del otro monstruo: el sistema judicial.
¿Querés denunciar a un médico por mala praxis? Buena suerte. Vas a necesitar dinero, paciencia, un abogado con alma, y probablemente una reencarnación.
Obstáculos comunes en Honduras:
-No hay ley específica de responsabilidad médica.
-La mayoría de las demandas mueren en la etapa investigativa.
-No hay protocolos unificados para evaluar mala praxis.
-No hay una ley específica de responsabilidad médica. Todo queda al criterio del juez, que normalmente no sabe diferenciar entre una laparoscopía y una liposucción.
-No hay suficientes peritos médicos. Y los que hay, o son amigos del acusado, o están demasiado ocupados para revisar un caso con seriedad.
-Las fiscalías no tienen idea de cómo manejar casos médicos. A veces piden autopsias a personas vivas o pruebas imposibles de conseguir.
-El sistema favorece al que más dinero tiene. Si sos pobre, ni siquiera te dan cita con el abogado.
Y por si fuera poco, cuando el demandado es un hospital público, el proceso se vuelve eterno.
Como si la justicia tuviera artritis, Alzheimer y Parkinson al mismo tiempo.
Te morís esperando… y a veces, literalmente.
Mientras tanto, el médico sigue trabajando como si nada.
Porque el sistema no lo investiga, no lo supervisa, no lo evalúa, no lo sanciona.
Y vos… quedás jodido. Literalmente jodido. Físicamente, emocionalmente y económicamente.
EL FACTOR ECONÓMICO Y DE CLASE
En este país, la salud también es un privilegio. Porque si tenés dinero:
Te atienden rápido.
Te tratan bonito.
Si se equivocán, hay seguros que te cubren, bufetes de abogados y clínicas privadas que limpian el reguero.
Pero si sos pobre:
Te curan con agüita de arroz y oración.
Si te matan por error, es por que fue la “voluntad de Dios”.
Y si querés justicia… te dicen: “no se puede hacer nada”.
Y como la mayoría de la gente no conoce sus derechos, no denuncia, no exige, no reclama.
El miedo, la ignorancia y el acostumbramiento son las armas favoritas del sistema para seguir funcionando.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Sí, esto está jodido. Pero no está perdido. Este episodio no solo es para que te rías con cinismo, sino para generar conciencia y exigir cambios:
I. Exigir una ley de responsabilidad médica justa, clara y aplicable. No para castigar médicos, sino para proteger pacientes y garantizar estándares.
II. Protocolos de evaluación de prácticas clínicas.
III. Crear un sistema de evaluación independiente. Porque no se puede dejar que el mismo sistema investigue sus cagadas.
IV. Invertir en el sistema de salud. Médicos con condiciones dignas, mejores condiciones laborales y capacitación continua, pacientes con medicamentos, hospitales con electricidad (por favor).
V. Educar a la población. Porque si no sabés que tenés derecho a ser tratado con dignidad, no sabés que podés exigirlo.
VI. Y sobre todo: NO callarse. El silencio mata. Literalmente.
CIERRE
¿Querés evitar la mala praxis? Fácil. No te enfermés.
¿Querés justicia? Mudate a Suiza.
¿Querés que esto cambie? Hablá, gritá, exigí. Porque si no, mañana podés ser vos el que entra al hospital por una gripe… y sale sin pulmón.
Gracias por acompañarme en este episodio de Educando a la Pobrería. Compartilo, gritá, exigí, comentá, denunciá, quemá el sistema (metafóricamente, porque no tenemos para pagar fianzas). Porque la pobrería no solo tiene derecho a vivir… también tiene derecho a NO morir por culpa del sistema.
Gracias por aguantar este episodio. Si no te moriste en el hospital, probablemente lo hagas esperando justicia. Pero al menos ya sabés cómo funciona la vaina.
Hasta el próximo episodio de Educando a la Pobrería, donde no curamos enfermedades, pero al menos te explicamos de qué te estás muriendo y por que.
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