HONRAR A LOS MUERTOS, LOS MÍOS, LOS TUYOS Y LOS QUE YA NADIE RECUERDA PARA NO MORIR DOS VECES
Dr. Hugo A. Fiallos Este 2 de noviembre recién pasado, y como cada año, los cementerios hondureños se llenaron de flores plásticas, música ranchera desafinada y uno que otro rezador que parecia estar cobrando por palabra. Las familias llegaron con machetes, escobas, baldes y coronas, como si en lugar de visitar a sus muertos fueran a rendir cuentas a la abuela por haber dejado el solar sucio. Porque, seamos honestos: la mayoría va por costumbre, no por convicción. Van a cumplir, no a convivir.
En Honduras, la muerte es como el tráfico en la capital: te atrapa de sorpresa, te deja atascado por horas y, al final, todos fingimos que no pasó nada. Y es que aquí honramos a los muertos a la carrera. Los recordamos un día al año, con una flor, una lágrima y una foto en Facebook que dice “Te extraño mucho, viejita”, mientras el resto del año nos olvidamos incluso de su fecha de nacimiento.
Enterramos a un ser querido con la prisa de quien cobra el sueldo –rápido, con lo mínimo y...