HAMBRE – El Platillo Nacional

Dr Hugo A. Fiallos 



INTRO
Bienvenidos una vez más a Educando a la Pobrería, el podcast donde masticamos la realidad y la escupimos sin azúcar.
Hoy traigo un episodio especial... aunque especial aquí signifique lo mismo que “almuerzo especial” en cantina pública: arroz frío, un huevo, y la esperanza de que no te dé diarrea.
Sí, hoy vamos a hablar del hambre.
Esa vieja conocida, esa inquilina eterna de las tripas hondureñas, esa señora con olor a pan duro que no se va nunca porque el Estado no paga la renta.
Así que prepárese. Porque si pensaba que su vida era miserable, espérese a entender cómo se ve el hambre con nombre y apellido: Honduras.
Y sí, con tortilla con sal si le alcanza.
Comenzamos.

¿QUÉ ES EL HAMBRE Y POR QUÉ SIGUE EXISTIENDO EN 2025?

Hambre no es tener “antojo de algo rico”. No es eso de “ay, tengo hambre de pizza”.
No. Hambre es tu cuerpo diciendo:
“¡Hola! Me estoy muriendo lentamente… ¿alguna caloría por ahí?”
Según la FAO, más de 800 millones de personas en el mundo pasan hambre.
Pero el mundo produce más comida de la que necesitamos. Entonces… ¿por qué sigue el hambre?
Porque no es falta de comida.
Es falta de acceso.
Y no cualquier acceso: acceso con dignidad. No las sobras de campaña electoral.
La comida existe, pero está secuestrada por los de siempre:
Los de cuello blanco, tripa llena y conciencia vacía.
La comida se desperdicia, se tira a la basura, se convierte en bioetanol para los carros de los ricos,
mientras aquí un niño chupa una bolsita con agua y azúcar porque eso es su “desayuno”.
El problema no es técnico. Es político.
Pero claro, es más fácil hablar de “pobrecitos” que revisar el sistema que los deja así.

HONDURAS: PAÍS CON BANDERA Y HAMBRE

Bienvenidos al país del frijol en memes… pero sin frijol en la mesa.
Al país donde se cultiva banano, café, palma africana…
y aún así la mitad de la población vive en inseguridad alimentaria.
Sí, más del 50% de los hondureños no saben qué van a comer mañana.
Y no es por “flojera”, como dicen algunos con barriga de cemento.
Es porque este país reparte miseria como si fuera bendición.
23% de los niños menores de cinco años en Honduras tienen desnutrición crónica.
Uno de cada cuatro… creciendo como bonsái humano.
Porque no hay carne, no hay leche, no hay esperanza.
Y sí, sabemos que las cifras son frías, pero el hambre no.
El hambre arde, jode, desespera.
Y nadie hace nada porque el hambre no vota.
Pero eso sí, el diputado no pasa hambre.
Tiene viáticos, refrigerio, café gourmet y cara de “yo no fui”.

LA DIETA DEL POBRE: TORTILLA, SAL Y ESPERANZA

¿Qué desayunaste hoy? ¿Huevos? ¿Café? ¿Avena?
El 40% de los niños en el Corredor Seco desayunan:
Tortilla con sal.
Punto.
Y si hay suerte, tortilla con mantequilla vieja.
Eso si no se la comió el gato.
Las dietas de los pobres no son malas por elección.
Son malas porque no hay otra cosa.
Porque una libra de carne cuesta como una medicina.
Y una ensalada vale lo mismo que tres bolsas de churros con sabor a “químico misterioso”.
¿Y adiviná qué elige la gente?
Lo que llena el estómago. No lo que nutre.
Porque aquí no comés para vivir. Comés para no morirte.
Y eso cuando podés.

¿Y EL GOBIERNO? BIEN, GRACIAS
Alerta: este segmento contiene niveles tóxicos de frustración.

El gobierno tiene programas alimentarios, sí.
Como el “Honduras Solidaria”… que aparece cada cuatro años y desaparece el día siguiente a las elecciones.
La lucha contra el hambre está llena de frases vacías como:
“Vamos a combatir la pobreza” o “Estamos comprometidos con la niñez”.
Mentira. Si estuvieran comprometidos, los niños no estarían midiendo menos que los muebles.
Y sí, las ONG ayudan. Pero ¿por qué carajos necesitamos que una organización extranjera venga a alimentar a nuestros niños mientras nuestros políticos viajan a Nueva York a sacarse selfies?
¿Y saben qué es lo peor?
Cuando alguien se atreve a decir estas verdades, lo tildan de “antipatriota”.
Pues si ser patriota es quedarme callado mientras se mueren de hambre… prefiero ser traidor con pancarta.

EMERGENCIA ALIMENTARIA: HONDURAS EN EL MAPA ROJO

¿Sabías que hay un sistema internacional que clasifica la gravedad del hambre en países?
Se llama IPC – Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria.
Y Honduras aparece en color rojo.
No porque seamos socialistas, sino porque estamos hasta el cuello.
En 2023, 2.6 millones de personas vivían en crisis alimentaria.
Y eso sin contar a los que ya se acostumbraron a no comer.
El Corredor Seco es una de las zonas más afectadas.
El cambio climático mató las cosechas.
Y el gobierno… bueno, el gobierno estaba muy ocupado inaugurando calles sin árboles.

DESNUTRICIÓN INFANTIL: CRECER SIN CRECER

Un niño con hambre no solo tiene barriga inflada.
Tiene el cerebro atrofiado, los huesos débiles y el futuro cancelado.
Así de simple.
La desnutrición crónica afecta el desarrollo del cerebro.
Los primeros 1000 días de vida son clave.
Si en ese tiempo no comen bien, se acabó. No hay marcha atrás.
Y no, no se trata solo de dar “comida”.
Se trata de dar comida con nutrientes.
No arroz con colorante ni avena rancia.
Pero como aquí nos gusta dar paliativos y no soluciones, seguimos viendo cómo las generaciones enteras crecen en miniatura.
Y después nos preguntamos por qué no aprenden en la escuela.
¿Sabés lo que es aprender con hambre?
Ni la tabla del uno te entra.

HAMBRE, SALUD Y MUERTE

El hambre no mata de un solo golpe.
Te va carcomiendo por dentro.
Te debilita, te enferma, te desespera.
Te vuelve más propenso a infecciones, a tuberculosis, a depresión.
Y si sos mujer embarazada, olvidate: tu hijo ya viene con el combo de pobreza prenatal.
Pero claro, eso no le importa a nadie porque no es una “muerte vistosa”.
No hay sangre.
No hay balazo.
Solo un niño que se apaga lentamente.
Como bombillo de cantón sin luz.

¿QUIÉN TIENE LA CULPA? TODOS Y NADIE

La culpa es del Estado.
La culpa es de las élites.
La culpa es del sistema económico.
La culpa es de la Iglesia cuando predica resignación y no justicia.
La culpa es nuestra también, que miramos sin ver.
El hambre es una decisión política.
Y mientras no lo entendamos, seguirá siendo “una tragedia” en lugar de un crimen.

Pero, ¡eh!, eso sí: cada 15 de octubre, todos con camisa blanca y pancartas en el Día Mundial de la Alimentación.
Y al día siguiente… a olvidarlo todo, como baleadas sin queso. Y sin huevo,
Y sin mantequilla.
Y sin frijoles
Y sin tortilla.

¿Y AHORA QUÉ?

No basta con indignarse.
Hay que exigir políticas públicas, apoyo a los agricultores, soberanía alimentaria.
Hay que hablar de esto. En voz alta. En voz molesta. En voz de tripa vacía.
Porque si el hambre no te toca, aún así te debe doler.
Porque callar ante el hambre… también es ser cómplice.
Esto fue Educando a la Pobrería.
El único podcast donde el menú es amargo, pero al menos te deja pensando.
Gracias por llegar hasta aquí, con el estómago tal vez vacío, pero la cabeza un poquito más llena.
Y si te gustó, compartilo.
Si te incomodó… mejor aún.
Porque el hambre no se combate con likes, pero sí empezando a hablar de ella.
Hasta el próximo episodio…
Si no morimos antes de inanición.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué los indios tienen plumas en la cabeza?

LOS MAPLES DE HUEVOS.

LA CUENTA DEL MILENIO Y SUS RETORCIDOS SECRETOS ed 2023