EL NINGUFONEO
Dr Hugo A. Fiallos
El que les dice las verdades que nadie quiere oír mientras se ríe de lo patéticos que somos todos.
Hoy, vamos a hablar de algo que les va a doler en el alma. Sí, ese momento en que estás con tu pareja, tus amigos o hasta con el cajero del súper, y en lugar de mirarlos a los ojos, te pones a revisar tu pantalla, como si el TikTok fuera el último refugio de la humanidad. ¿Suena familiar? Claro que sí, porque todos somos culpables, y hoy les voy a desmenuzar esto con un enfoque psicológico, social y neurológico. Pero tranquis, no va a ser un sermón aburrido de terapeuta con bata blanca; va a ser irreverente, con toques de sarcasmo que queman, un humor negro que les hace reír mientras se miran al espejo y piensan:” A la puta, soy yo”, y todo respaldado por ciencia real, porque en Educando a la Pobrería no vendemos humo, vendemos verdades crudas en lenguaje de barrio.
Si usted es una persona normal de esas que salen a la calle a hacer sus cosas y se reúne con los amigos a comer o echarse las chelas habrá visto que ahora la gente usa sus teléfonos mientras están reunidos con otras personas, ya sea sentados con sus amigos en el café, en la mesa del comedor con su pareja o familia, mientras se encuentra en un grupo social, cuando están en algún debate televisado y en casi todas las situaciones. Y lo hemos aceptado como algo rutinario, como algo “normal” Pero, ¿es normal esto? Porque después de todo “Todos lo hacen” no? Y conste, Esto es independientemente del tipo de relación que se tenga con las otras personas.
Pues déjeme decirle que no. Esa no es una acción “normal’”, no es normal, no es sano y es señal de que tenemos un serio problema al cual hay que prestar atención. Esa clase de conducta se debe a una adicción, así como lo lee, una adicción, tan adicción como fumar, beber, meterse mota o usar cocaína.
Bienvenidos al phubbing, el arte moderno de joder relaciones con solo mover un dedo… literal. Y si piensan que exagero, agárrense, porque esto no es chisme de abuelas; es un problema que nos está pudriendo el cerebro y el alma, un like a la vez.
Vamos al grano, dijo el dermatólogo: ¿qué carajos es el phubbing? Es una palabra fea, inventada en Australia en 2012 por el Macquarie Dictionary, que junta “phone” y “snubbing”, o sea, ignorar a alguien con el teléfono.
Según la OMS esa desgraciada organización que nunca reconoció el verdadero valor del MAIZ CATRACHO negándonos el Nobel de Medicina, una adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una relación, sustancia o ACTIVIDAD. Es una enfermedad crónica y recurrente que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo del factor adictivo, a pesar de sus consecuencias nocivas.
Se considera una enfermedad porque afecta al cerebro, ya que el uso del producto adictivo modifica la estructura y el funcionamiento del cerebro afectando al sistema de gratificación. Es decir le cambian el sentido a conseguir placer.
Estos hábitos de conducta aparentemente inofensivos pueden interferir gravemente en la vida cotidiana ( familiar, laboral, social ) y además llevan los componentes fundamentales de los trastornos adictivos, como son la falta de control y la dependencia.
Hoy, es tan común que casi la mitad de la gente en relaciones románticas ha sido ignorada por su pareja, según un estudio de Roberts y David en 2016. Es como el sexo oral: todos lo hacen, nadie lo admite.
Pero ¿por qué nos pasa? Ah, mi querida pobrería es porque vivimos en un mundo donde el celular es el dios falso que promete conexión eterna pero nos deja más solos que un calcetín huérfano en la lavadora. Neurológicamente, es un hijack brutal del cerebro. Vamos a meternos en la sopa cerebral, que es mi sección favorita, porque nada dice “diversión” como hablar de dopamina y circuitos fritos. El phubbing no es solo flojera; es adicción disfrazada de hábito. Cada notificación es un shot de dopamina, ese químico que te hace sentir “¡uy, soy importante!”, como si el algoritmo de Facebook supiera más de ti que tu propia madre. Estudios muestran que el uso excesivo de smartphones, que alimenta el phubbing, desequilibra neurotransmisores como el GABA, que es el freno natural del cerebro. Resultado: más impulsividad, menos control, y un cerebro que trabaja el doble para tareas simples, como recordar dónde dejaste las llaves o, no sé, mantener una conversación sin distraerte. Imagínate: tu cerebro, ese órgano que evolucionó para cazar mamuts, ahora se estresa porque no le dan like a la foto de tu gato.
Si ya llegó hasta aquí espero que se haya identificado o haya identificado a alguien cercano como adicto. Adicto al teléfono celular y el hábito de leer constantemente las Notificaciones que aparecen en pantalla.
Las investigaciones dicen que las personas nos hemos vuelto realmente sensible a las notificaciones de nuestros teléfonos. Con cada zumbido o sonido, conscientemente o inconscientemente miramos nuestros teléfonos, ya sea que estemos solos o en compañía.
Entonces, si bien puede ser algo muy común, Desairar a tus amigos, tu familia o pareja puede tener graves repercusiones en las relaciones interpersonales.
Quien sufre de phubbing, por lo tanto, deja de atender a su entorno y solo observa su celular.
Una situación cotidiana en la que se aprecia el phubbing especialmente es la consulta médica en un centro de salud. Antes de la llegada de los teléfonos móviles con Internet y aplicaciones de redes sociales, lo normal era que se dieran conversaciones de manera espontánea entre los pacientes que aguardaban su turno en la sala de espera; en la actualidad, sin embargo, niños, adultos y ancianos se muestran hipnotizados por sus teléfonos móviles, como si no estuvieran realmente allí. Pasa lo mismo en los buses, y en casi todas las reuniones de personas.
Y vaya, esto no sería tan malo si la gente estuviera haciendo cosas productivas, como escribir un tema para educar a pobrería por ejemplo, o escribir un libro, así como tampoco es negativo continuar leyendo nuestro libro favorito, o leer la columna de #EducandoAlaPobrería para ser un poquito menos burro que antes de empezar a leerla. El problema es que casi nadie hace ninguna de estas cosas, sino que se pasa el tiempo mirando fotografías que no le interesan, jugando juegos adictivos o respondiendo mensajes pendejos de gente pendeja en twitter.(¿quien es el pendejo? ¿El que escribe la pendejada, o el que se la contesta?)
Pasemos al enfoque psicológico, que es donde se pone jugoso, porque aquí hablamos de cómo el phubbing te revuelve el coco como un batido de traumas. Psicológicamente, ser phubeado es como un puñetazo al ego: genera exclusión, estrés y una autoestima por los suelos. Un estudio en Psychology Today de 2023 muestra que phubbing en parejas baja la satisfacción relacional y predice más peleas por el uso del teléfono. ¿Y el phubber? Ese cabrón que ignora termina con depresión, ansiedad y estrés crónico. En un articulo de 2024, hallaron que phubbing correlaciona positivamente con depresión severa, sobre todo en mujeres jóvenes menores de 25, que también sufren más síntomas somáticos como insomnio y ansiedad alta. Otro estudio en college students de 2025 confirma: más phubbing, más depresión, ansiedad y estrés. Es un ciclo vicioso: phubeas porque estás ansioso, y phubear te pone más ansioso. Es como masturbarse con espinas; duele, pero no paras.
Y no olvidemos la soledad y el distress. Un estudio en BMC Psychology de 2023 encontró asociaciones positivas entre phubbing percibido, soledad y distress psicológico, y una asociacion negativa con satisfacción vital. En jóvenes, phubbing lleva a depresión vía relaciones de mierda y necesidades psicológicas frustradas, como el sentido de pertenencia. Si tienes ansiedad de apego, ser phubeado te dispara celos y miedo al abandono, según Attachment Project.
Ahora, el lado social, que es donde el phubbing nos convierte en una sociedad de fantasmas conectados pero solos. Socialmente, es un asesino serial de relaciones. Reduce la calidad de comunicación y satisfacción en parejas. Estudios publicados en revistas como Computers in Human Behavior muestran que las parejas que se ignoran por el celular tienen más discusiones, menos satisfacción emocional y más riesgo de separarse. Literal, tu celular es como un tercer miembro tóxico en la relación, ese amigo insoportable que nadie invitó.
Va más allá de lo romántico: afecta relaciones platónicas, familiares, laborales. Crea conflictos interpersonales, aislamiento y hasta cyberbullying, según una review sistemática de 2025. En relaciones, phubbing es como un marco de tres mecanismos: distrae, mecaniza la interacción y erosiona la conexión. La gente lo encuentra molesto y daña la calidad social. Somos la especie que conquistó el fuego, pero ahora nos rendimos ante un ping. Qué orgullo.
Y socialmente amplio: phubbing normaliza la desconexión, haciendo que la empatía sea un lujo. En contextos casuales o serios, observadores ven el phubbing como invasivo, bajando la percepción de cercanía.Es un circulo vicioso: más phubbing, menos confianza, más soledad colectiva. Piensen en una pandemia de invisibilidad emocional.
Volviendo al neuro, para cerrar el círculo: el phubbing es el síntoma de cómo los smartphones Piratean el sistema de recompensa cerebral. el pasar videos o post uno tras otro de forma infinita activan el centro de placer, igual que las drogas. Resultado: adicción que frena el cerebro, reduce atención y memoria, y te deja con un bloqueo cerebral donde tareas simples requieren esfuerzo heroico. En phubbing, te distraes socialmente porque el teléfono ofrece recompensa inmediata, pero a la larga, tu corteza prefrontal, la jefa del control ejecutivo, se atrofia.
Un estudio reciente llevado a cabo por la Universidad de Georgia muestra que hay una variedad de factores que pueden llevar a las personas a ignorar a sus amigos en favor de una pantalla electrónica pero lo mas preocupante y que fue lo que me motivó a escribirles de este tema es que han descubierto que las personas deprimidas o con ansiedad social son mas propensas a ignorar a los amigos con más frecuencia ya que prefieren las interacciones sociales en línea, a tener una comunicación cara a cara.
El estudio también dice que por otro lado las personas que son mas sociables tienen a ignorar menos a sus amigos. Estas personas tienden a mostrar conductas mas cooperativas, educadas, y amistosas. En las conversaciones cara a cara consideran de muy mala educación, de mal gusto, grosero y descortés hacia sus compañeros de conversación el estar viendo la pantalla del celular. Deshabilitar las notificaciones, voltear el teléfono para no ver la pantalla o quitarlo de la vista indica una muestra de respeto por la situación y demuestran el interés por centrarse en esa persona.
Lo común y corriente que se ha vuelto el phubbing nos da información importante sobre cómo la tecnología ha interrumpido las relaciones interpersonales y qué tan rápido esto ha sido aceptado, o, al menos, tolerado.
Bueno, hemos desglosado este monstruo: el phubbing nos jode el alma psicológicamente con ansiedad y depresión, nos jode socialmente con relaciones en ruinas, y nos jode neurológicamente con un cerebro adicto y frito. ¿Qué hacemos? Primero, reconozcan: si phubean, son parte del problema.
Consejo 1: establece zonas libres de teléfonos en comidas y camas. Deja el celular en otra habitación durante la comida o cuando estás con amigos. Sí, suena drástico, pero créeme: funciona.
Consejo 2: estar consciente de cuándo y por qué estás usando el celular. No todo requiere tu atención inmediata.
Consejo 3: reconecten de verdad, hagan un esfuerzo consciente por mirar a las personas a los ojos, preguntarles cómo están y, por dios, esperar la respuesta sin interrumpir con un “espera, me llegó un mensaje”
Consejo 4: Recordatorios físicos: poner un cartel que diga “¿De verdad necesitas mirar tu teléfono ahora?” o simplemente sentarte sobre él. Literalmente, sobre él.
No es fácil, pero mejor que ser un zombi solo en una multitud.
El phubbing puede conducirnos a perder el control de nuestra vida social, con el consiguiente empobrecimiento intelectual y emocional que esto acarrea. Si ignoramos nuestro entorno material, olvidamos poco a poco los fundamentos de la comunicación gestual y oral, y de este modo nos vamos convirtiendo en entes inanimados que solo existen detrás de un avatar y que después andan votando a lo pendejo por políticos pendejos que le ven la cara de pendejo. Y seguiremos siendo un país de pendejos. Pero con Celulares.
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